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Vigilante fue humillada, tras un mes encerrada en su trabajo, fue despedida.

Desde hace un mes Edy Fonseca quedó retenida en su lugar de trabajo, el edificio Luz Marina, ubicado en el sector de Rosales en Bogotá, esto por orden del consejo de administración de la propiedad, cuyo presidente  la obligó a dormir en un sofá del sótano y a alimentarse con $15.000 diarios.

Fonseca sobrevivía con $15.000 diarios que le daban para que solventara desayuno, almuerzo y comida, pero el estrés, la depresión y varios problemas de salud hicieron que por poco muriera encerrada en el lugar. 
Fue tanta la indolencia del presidente del consejo de administración, que ni siquiera la dejó salir cuando uno de sus sobrinos murió mientras ella permanecía retenida contra su voluntad.

"Yo trabajé en el Edificio Luz Marina, trabajé por espacio de un año, cuando empezó la cuarentena sacaron a mis dos compañeros dejándome a mi, diciéndome que me quedara hasta el 13 de abril, cuando llegó esa fecha y alisté mis cosas para devolverme a mi casa, no fue posible, no me daban permiso de venir a mi casa, trabajaba de cinco y media de la mañana, a ocho y media, nueve de la noche", relata Edy.

La situación se volvió insostenible, pese a sus constantes pedidos de ir a visitar a su familia, la respuesta del edificio siempre fue que por el estado de aislamiento que vive la ciudad no le podían dar permiso para salir. Edy cayó en depresión y los problemas de salud física rápidamente comenzaron a aparecer.

"El día 23 de abril ya venía muy enferma, ese día me levanté con mi cara torcida y me faltaba el aire para respirar, me vio una médica, ella dice que ya tenía las pupilas dilatas, un residente llamó a una ambulancia, me sacaron en ambulancia, ya no coordinaba lo que ellos me hablaban, estaba entrando en un coma diabético con insuficiencia renal e infección intestinal", narra Fonseca.

En ese momento Edy fue trasladada a la Clínica Palermo, su condición de salud había empeorado con el paso de los días, incluso denunció que no tenía permiso de recibir ningún alimento que algún residente quisiera regalarle. "Me ofrecían muy amablemente, un día un residente me colocó una taza de arroz y el presidente del consejo se dio cuenta por las cámaras, me llamó y me regañó", afirma.

Fonseca ya interpuso acciones legales contra el presidente del consejo y se espera que en los próximos días haya una respuesta sobre el caso. 

REDACCIÓN BOGOTÁ
*Con reportería de María Fernanda Martínez de CityTV.

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