
Lo anterior indica que actualmente el Código Civil autoriza
el uso de “la palmadita” y el “chancletazo” para la crianza. Esto es lo que se
denomina castigo físico y es lo que quedará prohibido a partir de esta nueva
ley, que para entrar en vigencia debe ser sancionada por el presidente Iván
Duque.
El proyecto tiene una finalidad pedagógica, persuasiva y
alternativa, a través de la promoción de prácticas de crianza sin violencia,
amorosas y respetuosas con los derechos fundamentales de la niñez. Esto quiere
decir que no se crean nuevas sanciones o multas sino que busca que se
incentiven estrategias para la crianza libre de violencia.
Para ello, el proyecto fomenta la creación de una estrategia
nacional pedagógica, a través de la cual los padres de familia pueden acceder a
orientación y acompañamiento psicológico para adquirir herramientas que les
ayudarán a formar a sus hijos y corregirlos sin violencia.
Según datos del ICBF, el 82 por ciento de los jóvenes que
están respondiendo por algún tipo de Responsabilidad Penal Adolescente han sido
objeto de algún tipo de vulneración y castigos físicos en sus hogares, lo que
demuestra que el castigo físico genera una cadena de violencia, tal como lo ha
explicado la directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Lina
María Arbeláez.
Los 'peros'
No obstante, esta iniciativa, durante su trámite en el
Congreso tuvo varios reparos de algunos sectores políticos.
De acuerdo con el senador de Colombia Justa Libres John
Milton Díaz, “aunque este proyecto de ley tiene una buena intención, está
invadiendo terrenos que el Estado no debe invadir en términos de las libertades
que tienen los padres de familia”.
Y añadió: “Es equivocado pensar que es el Estado el que debe
enseñarles a los padres cómo educar a sus hijos”.
Sin embargo, este no es el único ‘pero’ en contra de la
iniciativa. De hecho, organizaciones como la Red Familia Colombia la han
calificado como innecesaria, argumentando que ya existen mecanismos en contra
de la violencia infantil y el maltrato intrafamiliar, consagrados en el Código
de Infancia y Adolescencia.
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