Alejandro
Colli es un joven de 19 años que vive en una habitación que parece más un
laboratorio que un dormitorio, pues su ingenio pero sobretodo su solidaridad,
lo ha hecho dejar de lado sus propios gustos y comodidades, ha reemplazado
mesas llenas de videojuegos por mesas llenas de materiales e impresoras en 3D,
ha sacrificado muebles costosos y decoraciones innecesarias por computadores
que le permitan crear diseños económicos pero funcionales, diseños que en
máximo un día se convierten en prótesis que son donadas para los perritos más
necesitados en todas partes del mundo, aquellos que han tenido accidentes y han
perdido parte de sus patitas o la movilidad de sus extremidades.
Lo mas increíble
de todo es que este maravilloso joven lo hace desinteresadamente, no cobra ni
un centavo por los materiales invertidos ni por el trabajo realizado y afirma
que cada prótesis donada tiene garantía infinita, él dedica sus días no ha
producir dinero para el mismo, dedica su tiempo para ayudar a los perritos que
no cuentan con padres adoptivos que cubran sus gastos médicos o para perritos desamparados
y que sus amos no cuentan con el dinero necesario para comprar una prótesis
tradicional, las cuales normalmente son muy costosas.
Este chico argentino finalizaba su segundo año de ingeniería informática de la Universidad de Avellaneda, cuando se le ocurrió que mientras aprendía en la Universidad, también podía crear y asimismo aprender en su casa a través de su propio ingenio. Lo primero que pensó es que le encantaría tener su propia impresora 3D, no obstante, sabía que adquirir una de estas en el mercado era algo imposible para su bolsillo, así que empezó por llevar a cabo su primer proyecto ingenioso; construir su propia impresora 3D, pues lo que Alejandro no tiene, lo inventa.
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