El monumento tenía un valor especial y recibió el nombre de
“El Cacique”.
La estatua fue robada y en Colombia duraron buscándola más
de 20 años, pero estaba en donde menos se esperaban.
El 12 de diciembre de 1988 la estatua 155 de San Agustín fue
robada. Ocurrió en el sitio arqueológico Cascajal, en la vereda Eucaliptos, del
corregimiento La Pradera.
Esta estatua es conocida como El Cacique y tiene un valor
especial. Este se encuentra en que sus rasgos son más de humano que de animal,
por esto se consideraba la figura de un jefe.
Estas estatuas pesan más de 100 kilos y por esta razón nunca
nadie pensó que alguien se las fuera a robar.
Adicionalmente, estas son bastante frágiles, por lo que
cualquier movimiento en vano podría deteriorarlas.
Pues la estatua volvió hace unos años a Colombia luego de un
trajín grandísimo por internar recuperarla.
Por 10 años siguientes al robo, la estatua estuvo totalmente
perdida, no pudieron seguirle el rastro. Incluso, pese al aviso a la Interpol
en ese entonces, no hubo señales de que la estatua estuviera en algún lugar del
planeta.
Luego de esto, en 1998 el Icanh recibió una copia de un
catálogo de subasta en Dinamarca, allí estaba la estatua.
Lo único que se pudo lograr en ese entonces fue que no
subastaran la pieza y fue devuelta a su dueño en Dinamarca.
Al intentar emprender las acciones legales, hubo un gran
limbo en medio del cual el gobierno dinamarqués no cobijó el proceso. Es decir,
en ese entonces no había leyes que pudieran aplicar para impedir que la estatua
fuera devuelta a Colombia.
Además, el Gobierno de Dinamarca insistía en que esa estatua
no era la colombiana, pues no medía lo mismo que les decían.
En 2003 ese país firmó la convención de la Unesco y al
tratar de volver a recuperarla, se encontraron nuevamente con la dificultad de
que las leyes dinamarquesas los respaldaran.
Luego, después de negociar durante un buen tiempo, el
coleccionista Jan Erik Pelle accedió a entregar gran parte de la colección si
retiraban los cargos. Cuentan, en ese entonces, que como el proceso no
avanzaba, terminaron por hacer el acuerdo.
“Esto fue hasta agosto del 2011, cuando se logran recibir las piezas. Para lograr eso hubo diferentes viajes de expertos que iban allá a inventariar las piezas, a dar el concepto técnico de que sí eran las piezas”, explicó el antropólogo del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh), Víctor González Fernández.
Finalmente, la estatua fue devuelta a su lugar, en San
Agustín, a donde pertenece y de donde nunca debió ser hurtada.
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