Una mujer confesó haber matado y descuartizado a su
esposo, luego de que este abusara sexualmente de su hija.
Un acto macabro sucedió este mes en Villa Fiorito, Argentina, y
conmocionó al país. Un hombre, de 56 años, fue asesinado luego de que
supuestamente abusara de la hija de su pareja sentimental.
A Daniel Tomás Silvero lo vieron por última vez el primero de junio,
cuando una cámara de seguridad lo registró a eso de las ocho de la noche al
llegar en un auto blanco a la casa en la que vivía con Laura Marcela Campos, su
esposa.
Días después, una hija de Silvero (que tuvo con su anterior
pareja sentimental) reportó su desaparición, luego de recibir un supuesto
mensaje de texto de parte él, en el que le decía que se iría a alquilar a otro
domicilio y que cambiaría el chip de su teléfono celular. Ahí empezaron las
investigaciones, que terminaron con la confesión de la mujer.
Campos admitió haber cometido el crimen contra su marido, pero
debido a que no se brindó el testimonio ante la autoridad competente para el
caso, fue desestimado. De igual manera, con su declaración, pudieron continuar
con las pesquisas y encontrar la cabeza desmembrada en un bote de cemento, en
un arroyo, donde trabajaron los peritos de la Policía Científica. Los otros
restos fueron encontrados después, cerca del lugar del primer hallazgo.
Daniel Tomás, al parecer, había sido denunciado por dos presuntos
abusos sexuales: uno a su hija biológica (2010) y otro a su hijastra (2019).
La mujer, de 46 años, señaló que mató a golpes a Silvero,
descuartizó su cuerpo y arrojó el cadáver seccionado en distintos lugares de
Lomas de Zamora. Ella y sus dos hijos carniceros, de 21 y 27 años, fueron
aprehendidos como sospechosos de cometer el homicidio y descuartizar el cuerpo.
Aterrador
testimonio
Vecinos de la mujer señalada por el asesinato de su esposo les
comentaron a los investigadores que sospechaban que los dueños de la carnicería
habrían elaborado empanadas de carne con los restos del fallecido. Una mujer
dijo que no era usual verlos vender empanadas, y que precisamente en los días
posteriores a la desaparición de Silvero empezaron a venderlas.
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